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viernes, 9 septiembre 2016

Desde Zapatoca suena un requintista

Carlos Andrés Quintero se reúne de nuevo con los otros Jóvenes Talentos del Cartagena 10 Festival Internacional de Música 2016 para ofrecer un recital.
 
Carlos Andrés Quintero tiene 24 años y es de Zapatoca (Santander). Empezó a tocar el tiple y el requinto a los ocho años, gracias a la influencia de una familia y una comunidad que le facilitaron la cercanía a instrumentos y ritmos tradicionales de la región Andina. En ese pequeño municipio, Quintero creció escuchando la música que tocaban su padre, su abuelo y amigos como parte intrínseca de la vida y de la convivencia.
 
Su abuelo era un buen músico, no por rigor académico, sino por pura pasión. Y esta vena, o inquietud espiritual con los sonidos, se trasladó del abuelo al padre y del padre al hijo.
 
El mayor de dos hermanos más, Manuel Eduardo y Angie Marcela, e hijo de Andelfo Quintero y Hortensia Badillo, comenzó temprano un camino de formación empírica. Se encontró con el requinto no por una casualidad, sino por una alegre “causalidad”, dice él. Una cuestión, en últimas, de tamaño. La guitarra de su padre era muy grande para él, pero el requinto, un instrumento pequeño, daba apenas la talla.
 
Sentado frente a un radio escuchaba a sus músicos preferidos y con su instrumento se dedicaba a repetir lo que sonaba. Así desarrolló su oído. Tras las enseñanzas transmitidas por su padre y Luis Felipe Guarín, amigo del pueblo, dio con un mentor de técnica e interpretación, el maestro Gilberto Bedoya. Más adelante, el maestro Rito Antonio Mantilla, una eminencia de la música en Santander, lo becó para estudiar los fines de semana con él en Girón, a dos horas y media de Zapatoca. Con él aprendió sobre teoría musical.
 
Fueron estas relaciones, y experiencias como las de viajar a Bucaramanga y a otras ciudades del país a festivales, su primera escuela. A los 17 años, junto a su hermano Manuel Eduardo, tiplista de 14 años, ganó el Festival Mono Núñez (2009), uno de los más importantes de música andina en el país. Este logro no fue sólo un brinco en su carrera, sino la satisfacción de cumplir el sueño de su padre, quien les enseñó a él y a su hermano todo lo que sabía de la música de su tierra y quien, poco después, falleció.
 
Tras recibir el premio, la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) le otorgó una beca para estudiar su carrera en música. De allí se graduó con la distinción Cum Laude como uno de los primeros requintistas profesionales.
 
Carlos Andrés Quintero es un joven para quien prima lo comunitario sobre lo individual. Fuera de su trabajo artístico, ejerce también como asesor de cultura y turismo de su municipio en la Alcaldía de Zapatoca. Es un creyente de las causas sociales y de abrir caminos para nuevas generaciones. Desde esta posición de gestionar apoyos públicos para programas que favorezcan las artes, parece estar devolviendo aquello que su comunidad le brindó: el amor por la música y la admiración por un patrimonio cultural que él representa.
 
Para este joven, la posibilidad de ser un músico profesional no siempre fue clara. En algún momento, incluso, tuvo que empezar a estudiar, por falta de recursos, su segunda gran pasión: la historia universal. Pero hoy puede decir complacido que su mayor satisfacción es poder dedicarse a lo que ama. De ahí su interés en trabajar para que otros jóvenes tengan la oportunidad de hacer lo mismo.
 
Publicado en El Espectador el 3 de abril de 2016

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